27 octubre 2003

También en el blog hay espacio para despedidas y pésames. Por desgracia hemos perdido a uno de los más grandes escritores españoles del siglo XX.
Aquí incluyo un artículo de homenaje que leímos en clase y el enlace a su página personal.

http://www.vespito.net/mvm/
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«Pero sólo serás libre al llegar a Memoria»

He sido de los adictos a Manolo Vázquez Montalbán, en esa adicción del que buscaba todos los días la columna periodística esperada, la voz que durante tantos años, tantos días, trazaba su humor, su acidez y su compromiso en la crónica diaria. He sido también lector desordenado de casi todo lo que ha escrito, que es mucho, en narrativa, poesía, ensayo, periodismo y otros géneros difíciles de clasificar. Por eso, cuando te llaman para decirte que acaba de fallecer en el aeropuerto de Bangkok, hay una reacción extraña que traza la memoria de algún encuentro distante ya en el tiempo, cargado de las sorpresas que un escritor así podía suscitar en una conversación. Y hay un punto de rabia ante la muerte que quiere decir que difícilmente encontrarás mañana la columna periodística en la que, ante el estupor contemporáneo, una de las conciencias críticas y civiles más lucidas de este país iba dejando rastros de su crítica, de su coherencia y hasta de su cabreo cotidiano. Es inmejorable la elegancia del desprecio que ha tenido que practicar en los últimos años, estos años en los que se han tejido tantas mentiras que algunos, por ellas, tenían espacio duradero en sus columnas: se puede antologar por ejemplo la innoble grandeza de emperadores como Bush, y sus vasallos Blair, Aznar o Berlusconi.
Por eso me temo que algunos puedan brindar con esta muerte. Por eso me temo también que, desde las oficinas del poder, se entone algún miserere miserable al tránsito del escritor desaparecido a los 64 años.
Hace unos días hablaba con un periodista de que era necesario rehacer aquel Informe sobre la información que Manolo Vázquez Montalbán había publicado en 1963, demostrando rigurosamente la centralización de poderes económicos sobre los medios principales de información, las alianzas familiares, políticas y económicas para controlar lo que se escribía. Todo con la inevitable y casi silenciosa posibilidad de denuncia que podía utilizarse en aquellos años, los del franquismo, en que Manolo fue comunista, preso político y autor de las más divertidas y ácidas memorias de aquel tiempo: recuerdo su intensa y repleta de ternura Crónica sentimental de España -anticipada en la revista Triunfo -allá por 1971, donde las canciones de una época se entretejían a la remembranza de un tiempo que fue espantoso, contado de diferentes formas en el Diccionario del franquismo o en su Autobiografía del general Franco con la que, en 1992, hizo una disección feroz de aquel ser repugnante.
Saldó cuentas con muchos otros registros de nuestra historia: con el período socialista a través de unas Felípicas constructivas en las que definió «el proyecto felipista» como una síntesis «de la relación dialéctica entre la Modernidad y los barones Von Thyssen», cerrando el libro en 1994- eran los artículos de casi diez años de crónica- constatando que «gravemente envejecida la Modernidad, ya sólo nos quedan los barones Von Thyssen". Saldó cuentas con la propia historia política personal, sin evitar una dosis de ternura, entre otros libros, en una novela, Asesinato en el comité central, de 1981, y sobre todo en Pasionaria y los siete enanitos, en 1995.
Un tiempo de escritura amplia e intensa se ha cerrado hoy bruscamente. Entre los libros que ahora intentaba encontrar en mis estantes desordenados, algunos de poesía, desde el novísimo Una educación sentimental de 1970, hasta Ciudad de 1997. Pero los libros a veces no están donde debían. Y sin embargo nos asaltan con sus recuerdos: qué bello recorrido de siete ciudades en siete días, o de una ciudad reconstruida a retazos de varias ciudades, el que realizó en esta obra en la que, junto a la ciudad del Tiempo, la ciudad de Dios-ciudad del Diablo, la de la Historia, la del Deseo, recuerdo la definitiva advertencia que nos hizo en una de sus ciudades poéticas: «pero sólo serás libre al llegar a Memoria», la ciudad de la Memoria en la que esta mañana indecente acaba de entrar Manolo Vázquez Montalbán, precisamente él que era uno de sus principales albañiles.

José Carlos Rovira




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